“Estuvo muy llamativa, hermosa, apenas para reunirse en familia”; así se expresaba Doris Sinisterra, de María Madre del Buen Pastor, al evaluar la Asamblea Arquidiocesana de Pastoral Afro. Esta se realizó en la Casa 70, en el barrio Pance, una casa-finca con pequeñas acequias que rodean toda la propiedad y una que la atraviesa. El contacto con la naturaleza y el río más limpio de Cali se facilitó en la Asamblea, que duró día y medio.
El p. Elías Libanda, delegado de la Pastoral Afro y Étnica, introdujo el trabajo con el primer capítulo del sermón de la montaña, Mateo 5, una expresión concreta y clara de lo que Dios quiere de nosotros, como estilo de vida.
Se presentaron los resúmenes de Promoción Humana, muy rica en dimensiones de atención, y el equipo de Comunicación, en su perpetuo registro y capacitación de las comunidades. Licenia Salazar, lideresa y agente de Pastoral, presentó su experiencia en Ghana, en el occidente africano, a donde fue invitada a participar en el taller internacional sobre “cómo lidiar con las consecuencias de la esclavitud y la trata de personas”. Lo vivió con otros líderes y lideresas de América Latina, entre ellas sor María Suyapa, religiosa garífuna de Honduras.
También se realizó un análisis en parejas de diferentes comunidades sobre Debilidades, Oportunidades, Fortalezas y Amenazas. Estas parejas también se propusieron 3 temas para el próximo calendario Ñakati, que rompe el paradigma del tiempo occidental y resalta las fechas afro.

El encuentro, como siempre, estuvo lleno de dinámicas alegres, una de ellas dedicada a la memoria y la comunicación. Se recibieron también mensajes del p. Albeiro Riascos mxy, representante del Centro de Pastoral Afrocolombiana, de mons. Luis Fernando Rodríguez, con un saludo para los misioneros de la Consolata, que también se reprodujo en la catedral. El p. Kenner Minotta, de la Parroquia María Misionera en Floralia, también celebró el trabajo de la Pastoral Afro y se puso a su disposición para trabajar con ella, incluso desde la distancia.
Mons. Winston Mosquera saludó desde el Chocó; agradeció el trabajo de cada agente, niño, joven y sacerdote. Lo envió aún en medio de las dificultades invernales de su Diócesis y le alegró cualquier posibilidad de encuentro con él.
La noche, después de las presentaciones por grupos de parejas para su sistematización, se dedicó a una hoguera comunitaria con juegos, chistes, rifas y hasta una poesía espontánea.
La mañana se dedicó a los agradecimientos y la evaluación, igual que a la oración y los gestos de apoyo común.

Cerramos la Asamblea con la Eucaristía afro en la catedral de San Pedro Apóstol, junto a la Plaza de Caicedo. Los 3 misioneros de la Consolata presentes en la Arquidiócesis concelebraron la misa de acción de gracias por la canonización de san José Allamano, su padre fundador. Los rostros afro ya comienzan a ser más frecuentes en el templo más importante de la ciudad. La experiencia cercana de la danza y los ritmos del Pacífico alegraron este recinto solemne y ofrecieron nuevas esperanzas de identidad y santidad a los habitantes del centro de la ciudad. “Es un honor y un privilegio tener a los misioneros aquí”, decía uno de sus feligreses.
Este artículo fue publicado por primera vez en el no. 289 del Año XXXIV de La Voz Católica. En este enlace puede consultarlo en la forma impresa del periódico de la Arquidiócesis de Cali.
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