Tres aspectos de las manifestaciones en contra del apartheid en Sudáfrica, con gente en las calles con pancartas impresas en las manos y una resaltada a color en una foto en blanco y negro. En ella se lee -END WHITE MINORITY RULE!- y otras cosas
GlobalVoices.org

El Parlamento de Sudáfrica derogó la Population Registration Act (ley de registro de la población), uno de los pilares del sistema de segregación racial que rigió ese país desde 1948 hasta principios de los 90. Dividía la población en 3 grandes grupos: blanco, negro y de color (mestiza). Los indios (personas del sur de Asia o la India Británica y sus descendientes) se añadieron más tarde. Clasificaba a la gente según su cabello y su vello, el color de su piel, los rasgos faciales, la lengua materna, su vecindario y personas conocidas, empleo, su estrato social y su costumbres de comida y bebida. Al sistema, conocido como apartheid (separación), lo completaban las leyes que prohibían las relaciones sexuales interraciales y las de los pases, que restringía los movimientos y las posibilidades de vivienda de los no blancos. Estas se empezaron a abolir unos meses antes debido a la presión nacional e internacional.

Sin embargo, el proceso no tuvo una fecha definida. El registro racial se mantuvo, a pesar de todo, hasta el desarrollo de una nueva constitución en 1996. Otras políticas cayeron con el plebiscito en el que solo votaron los blancos, el 8% de la población, para aprobar los cambios democráticos en 1992, y con las elecciones universales de 1994 donde se eligió a Nelson Mandela con una aplastante mayoría. Pero otros cambios, en la concentración de la tierra y la riqueza financiera y el mejoramiento gradual de la educación para la mayoría negra africana, tuvieron que esperar y todavía generan roces y arduas discusiones.

Mons. George Vance Murry en su conferencia sobre raza en la Iglesia de EE.UU. en el Boston College, en octubre de 2017. Se le ve robusto, canoso, con gafas, saco oscuro y el clérgiman en negro de rigor.
ChurchIn21stCentury*

George Vance Murry nació en diciembre de 1948 en Camden, Nueva Jersey. Ingresó a la Compañía de Jesús 1972 y se ordenó en 1979. San Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Fuerteventura, isla de las Canarias, y obispo auxiliar de Chicago, donde alcanzó el episcopado en marzo de 1995. Mons. Murry se convirtió en obispo coadjutor de Santo Tomás en las Islas Vírgenes en mayo de 1998, luego titular en junio de 1999. Sucedió al obispo Thomas J. Tobin como quinto obispo de la Diócesis de Youngstown en Ohio en 2007. Trabajó en el comité para abordar el racismo de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., que desarrolló la carta pastoral de la conferencia sobre el racismo [PDF], utilizada como herramienta educativa en las jurisdicciones eclesiásticas de todo el país.

Murió de leucemia mieloide aguda después de luchar con ella durante 2 años.

Una mujer africana con la mano abierta y los ojos cerrados corre al lado de un hombre africano de overol con una camisa blanca y rostro preocupado que lleva un niño bañado en sangre en sus brazos. Detrás de ellos se ve una casa de ladrillo de una planta y se alcanza a ver una señora con un turbante en la calle polvorienta.
La foto de Sam Nzima en Soweto que puso el apartheid en evidencia (revista Time, junio 16 de 2016)

El apartheid en Sudáfrica regulaba todas las relaciones entre los blancos y todas las otras etnias para asegurar la supremacía racial de la minoría de origen europeo (el 21%). La mayoría africana tenía todas las de perder. Soweto (abreviatura de South West Township o Municipio Sudoriental), un barrio pobre segregado para los negros en Johannesburgo, se resistía a estudiar en afrikáans, la lengua de la minoría blanca y exigían igualdad de derechos. Los estudiantes llevaban semanas de movilizaciones y contaban con el apoyo de Conciencia Negra, el movimiento de Steve Biko.

Decidieron hacer un gran marcha pacífica juntos, pero la policía exigía que se dispersaran por no ser una manifestación autorizada y les lanzó gases lacrimógenos y perros feroces. Los jóvenes les respondieron con piedras y los policías abrieron fuego y la manifestación se salió de control. El gobierno ordenó restaurar el orden “a cualquier precio”, contra más de 10 mil estudiantes desarmados y muchos de ellos en uniforme. La respuesta brutal del régimen sudafricano nacionalizó las protestas, unificó a su rival, el Congreso Nacional Africano, genero el rechazo internacional y significó el principio del fin del apartheid.