Una mujer africana con la mano abierta y los ojos cerrados corre al lado de un hombre africano de overol con una camisa blanca y rostro preocupado que lleva un niño bañado en sangre en sus brazos. Detrás de ellos se ve una casa de ladrillo de una planta y se alcanza a ver una señora con un turbante en la calle polvorienta.
La foto de Sam Nzima en Soweto que puso el apartheid en evidencia (revista Time, junio 16 de 2016)

El apartheid en Sudáfrica regulaba todas las relaciones entre los blancos y todas las otras etnias para asegurar la supremacía racial de la minoría de origen europeo (el 21%). La mayoría africana tenía todas las de perder. Soweto (abreviatura de South West Township o Municipio Sudoriental), un barrio pobre segregado para los negros en Johannesburgo, se resistía a estudiar en afrikáans, la lengua de la minoría blanca y exigían igualdad de derechos. Los estudiantes llevaban semanas de movilizaciones y contaban con el apoyo de Conciencia Negra, el movimiento de Steve Biko.

Decidieron hacer un gran marcha pacífica juntos, pero la policía exigía que se dispersaran por no ser una manifestación autorizada y les lanzó gases lacrimógenos y perros feroces. Los jóvenes les respondieron con piedras y los policías abrieron fuego y la manifestación se salió de control. El gobierno ordenó restaurar el orden “a cualquier precio”, contra más de 10 mil estudiantes desarmados y muchos de ellos en uniforme. La respuesta brutal del régimen sudafricano nacionalizó las protestas, unificó a su rival, el Congreso Nacional Africano, genero el rechazo internacional y significó el principio del fin del apartheid.