Fuente: Vicepresidencia de Colombia

La Espiritualidad y el Simbolismo en la Posesión Simbólica de Francia Márquez Mina, vicepresidenta de Colombia

Imagen: La vicepresidenta de Colombia, Francia Helena Márquez Mina, recibe el bastón de mando de parte del pueblo afrocolombiano.

La vicepresidenta de Colombia, Francia Helena Márquez Mina, recibió un bastón de mando como símbolo “nunca antes visto en las autoridades de nuestra patria”.

La posesión tuvo lugar en el coliseo municipal de Suárez, Cauca. Al acto asistieron personas de varias poblaciones cercanas, delegaciones de organizaciones sociales, alcaldes de varios municipios del Cauca y su gobernador, Elías Larrahondo. También estuvieron miembros de las guardias Indígena, Cimarrona, Campesina, familiares, amigos y los “nadies”.

La vicepresidenta ingresó al coliseo y la recibió una banda de paz al son de trompetas, redoblantes, tambores, bombos, platos y liras. Una calle de honor la esperaba al interior; niñas y niños que la conformaban luego se convertirían en bailarines de salsa. Los actos protocolarios incluyeron el himno nacional y el himno del Cauca. Estudiantes del pueblo nasa interpretaron el himno de la Guardia Indígena y repitieron el del Cauca, esta vez con sus instrumentos típicos.

Momento Espiritual en torno a la mandala

La oración estuvo a cargo del p. Venanzio Mwangi, delegado de la Pastoral Afro de la Arquidiócesis de Cali y varios agentes de Pastoral. Ya la mandala estaba preparada: un círculo exterior elaborado con cascarilla de arroz, maíz y frijol, en representación de Mesoamérica, lentejas como símbolo de prosperidad del universo árabe, sal como símbolo de incorruptibilidad y gobernanza. También había limones y piñas que acompañan a los seres de luz y las manos callosas de mujeres y hombres de nuestros pueblos.

Representaban nuestra gran riqueza aguacates, mazorcas de maíz, papayas, naranjas, zapotes, maracuyás, plátanos y bananos. El centro de la mandala contenía un yembé, símbolo de todos los tambores, de la conexión con África y su importancia. Era un paralelo con Francia Márquez, que defiende estas riquezas al punto de poner en riesgo su propia vida, y es motivo de lucha, superación y desarrollo de los “nadies”, hombres y mujeres.

Una vasija de barro sobre el yembé representaba la figura del apóstol san Pablo en la segunda carta a los Corintios (4, 7): “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. La vicepresidenta está, como toda mujer, moldeada a imagen y semejanza de Dios. En su caso, para guiar a pueblos que claman justicia, igualdad de oportunidades y una gobernanza justa y responsable.

Bendición de la vicepresidenta y agradecimiento a la tierra

El p. Venanzio invitó a la vicepresidenta a ingresar a la mandala para el ritual de devolución a la Madre Tierra. En ella se le agradece a la creación por sus riquezas, por permitir que el ser humano sobreviva.

El sacerdote keniano dio una señal y los integrantes del círculo hicieron una venia, en saludo a la oración del día. Explicó que el acto simbólico “es un acto netamente espiritual y ancestral”; la presencia de Márquez Mina “evoca la memoria de las heroínas y los héroes que han pasado por nuestra historia. Es como Wiwa, Benkos Biojó, Juan José Nieto Gil, Delia Zapata Olivella, Manuel Zapata Olivella, la negra guerrera Casilda Cundumí, Nelson Mandela, Kunta Quinte, Martín Luther King… Entre muchos otros que, al igual que Francia Márquez, son símbolos del grito de libertad”. Acto seguido, recordó la frase de la sabiduría africana “Soy porque somos”, que incluye pueblo, tierra, agua, aire, fuego, viento y memoria. “Somos lo que somos hoy gracias a la lucha y la resistencia de nuestros antepasados, que hoy se personifican en la persona de Francia”. La comparó con la mandala porque “nos une en torno a la causa de nuestros pueblos” .

La designación de Francia Márquez es un hito histórico para Colombia y el continente americano: es la primera mujer negra en llegar a la vicepresidencia de su país, la segunda de América Latina y la tercera del continente después de Epsy Alejandra Campbell Barr, en Costa Rica, y Kamala Devi Harris, en Estados Unidos.

Márquez representa la lucha de los movimientos sociales, afrocolombianos, indígenas y campesinos. Como recordaba Catalina Oquendo en El País de España, su idea cuadra con la del poeta uruguayo Eduardo Galeano, en su poema Los nadies: “Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. / Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”. En nuestro país que, en la campaña política, nos recordó con dolor que sigue siendo racista, machista y clasista.

El ritual fue un agradecimiento al Ser Supremo, Dador de vida, y al pueblo que vio crecer la mandataria y la recibe con tanto honor. A la Madre Tierra se le pide, desde la voz de Francia Márquez, que se escuche el clamor de un pueblo con demasiados “surcos de dolores”.

Todavía resuenan en el país los informes de la Comisión de la Verdad, en especial el de niñez y adolescencia y el informe étnico. Es difícil leerlos y no sobrecogerse por la cantidad de abusos sobrepuestos y sus múltiples dimensiones. La tierra, con el vínculo sagrado del territorio, testifica derramamiento de sangre, opresión y hasta su víctimización directa: se la deforesta y desestabiliza, para bien de unos cuantos, y como si dañarla solo perjudicara “al enemigo”.

El ritual fue un primer paso para, como pueblos, sanar y reconciliarse con la naturaleza. También llenar de fortaleza a la mandataria para “sanar otras heridas, abrir caminos de libertad, desempolvar nuestra historia y la historia de muchos pueblos”.

Se vertió sobre el suelo, como ofrendas de paz y compromiso, el agua proveniente del río Ovejas, de la vereda de Yolombó y el Consejo Comunitario de La Toma, donde creció la homenajeada. Se hizo lo mismo con semillas provenientes de varios lugares, la leche como signo de la “fuerza primaria de nuestro nacimiento”, la sal y las bebidas tradicionales. Sirvieron como ofrenda para “recuperar la memoria de nuestros antepasados”.

Se descubrió y se entregó a la vicepresidenta, con el sonido de todos los tambores presentes, un bastón de mando, como símbolo “nunca antes visto en las autoridades de nuestra patria”. Se trata de una pieza de madera tallada con la figura de una mujer con una gran trenza en forma de arco incrustada con semillas de mostaza. La figura femenina se sienta sobre un trono, figurado en una banquita con orígenes africanos e indígenas. Ella se apoya en una barca o canoa cargada de granos de oro y con los colores del panafricanismo. Un cununo, debajo de la embarcación, representa la voz de los sin voz. Luego lleva un chumbe, que recoge la simbología de los pueblos indígenas. Un alto relieve en azul y verde representa ríos y montañas “para que ella, siendo caminante, ayude a extender el clamor de nuestro pueblo”. Justo debajo, van los colores que representan al pueblo afrodescendiente y caribeño. Sigue la madera sólida como signo de firmeza y armonía. El extremo final lleva una falda que deja ver los pies de la caminante.

El grano de mostaza, incrustado en la trenza del bastón, es un símbolo fuerte para la fe cristiana (Mt 13, 32). Germina y se convierte en un árbol grande, al ejemplo del Reino de Dios. La pequeñez de la nueva vicepresidenta la llama a la grandeza de guiar a todo un pueblo. Los pies al final del símbolo de autoridad, representa también el discipulado, expresa, con el profeta Isaías (52, 7) “es hermoso ver bajar de la montaña los pies del Mensajero de la Paz”.

El p. Mwangi ungió con aceite el bastón y lo consagró como signo de protección y sabiduría, para que la mandataria sepa guiar a Colombia por los caminos de la paz.

Bendición a la vicepresidenta Francia Márquez

Después de la entrega, la vicepresidenta recibió múltiples reconocimientos de entidades y organizaciones. Ella saludó a las personas presentes y agradeció que depositaran su confianza en ella. Explicó que durante su gobierno va «a trabajar por la igualdad de las mujeres de Colombia». Se espera que con él también llegue el progreso a la región del Pacífico.

El evento culminó con la consigna “¡hasta que la dignidad se haga costumbre!”

 ¡Que así sea!

Palabras de la vicepresidenta Francia Márquez a la comunidad

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